Desde acá se debe “ampliar otras voces”. Entrevista a Pablo Maytía, exintegrante del equipo TQV

Continuando las entrevistas a exintegrantes del colectivo TQV, entrevistamos a Pablo Maytía, excoordinador de comunicación y actual coordinador de Comunicación de la Sala Zitarrosa, sobre su visión del Festival.

1.De lo proyectado en el Festival desde 2011, ¿qué película recomendarías?

Está claro que nunca vi todas las películas, ni siquiera lo pude hacer en las ediciones que trabajé en el festival. Sin embargo, hubo un año en el que convivieron dos filmes increíbles: en 2013, el primer año que trabajé en el festival, se exhibieron la argentina Años de calle (2013), de Alejandra Grinschpun, y la chilena El vals de los inútiles (2013), de Edison Cájas. 

La primera retrata la vida de un grupo de jóvenes que vivieron en la calle durante diez años, en Buenos Aires. Allí vi la fragilidad de sus vidas y la marginación que la sociedad ejercía sobre ellos. La otra refleja las primeras movilizaciones estudiantiles reclamando una educación gratuita universal, algo nuevo para Chile, y creo que fue el comienzo de algo mucho más grande. Afortunadamente, pude conocer al productor de la primera y al director de la segunda, pues fueron invitados por el festival.

2.Además de las películas, el Festival desarrolla actividades paralelas. ¿Creés que haya alguna de ellas que sea especialmente necesaria?

Si hay una instancia fundamental en cualquier festival, creo que es el poder conocer y dialogar con lxs realizadorxs. Esto permite ver y entender de primera mano el proceso de creación, la idea primera, el proceso de posproducción e incluso ver detalles de los filmes a los que de otra forma no se accedería. Que un festival de estas características pueda tener invitadxs internacionales me parece increíble.

Otra instancia que me parece esencial son los laboratorios, espacios de creación y consulta específicos para películas que aborden la defensa y la lucha por los Derechos Humanos. Creo que sería genial que se retomaran, pero no tienen que ser solo para profesionales, sino también para estudiantes o amateurs. La idea es dejar una semilla y ver qué pasa luego.

3.En este momento, ¿qué función te parece que tiene un Festival de cine que se estructura a partir de los Derechos Humanos?

Estamos viviendo un momento difícil como sociedad en donde se están avasallando varios avances y logros respecto a los derechos conseguidos por los colectivos, por la sociedad toda. El neoliberalismo vuelve a permear con más fuerza los diferentes tejidos de la sociedad y lo individual prima por sobre lo colectivo. Es aquí donde la sociedad tiene que dar respuesta y mostrar lo que estamos perdiendo, los avances logrados. Un festival sobre esta temática debe ampliar esa voz que no se ve o no se está escuchando, tiene que dejar constancia de lo que está sucediendo y ampliar las otras voces.

4.¿Hay alguna anécdota del Festival que te gustaría compartir?

La que más recuerdo es la visita a la cárcel de mujeres adolescentes privadas de libertad de René, de Calle 13. Fue una movida que salió desde el festival y era el cierre de una serie de talleres que se hicieron allí adentro. Fue muy emocionante e impactante desde varias perspectivas. Otra cosa que recuerdo siempre de las diferentes ediciones son los encuentros e intercambios entre el público, lxs invitadxs y todo el equipo del festival; allí se genera un diálogo constante. Es un festival muy cercano y creo que eso es algo muy importante. Es también muy querido y llevado adelante por un grupo de personas muy bello.