“Las venas abiertas”: cierre del 11° Tenemos Que Ver

Artículo escrito por Ana Sarmiento

Ayer en Sala Zitarrosa se realizó la ceremonia de clausura y última proyección de esta 11a. edición del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos “Tenemos que ver”. En esta edición del festival se revelaron las complejidades que rodean la noción de territorialidad y el público pudo acceder a realidades cada vez más invisibilizadas por los medios e incluso por el cine convencional.

La mejor manera de darle un cierre a esta edición es a través de hilos de ideas que emergieron a lo largo de la ceremonia de cierre por parte de jurades, público y organizadores del Tenemos Que ver.

Los territorios entendidos como superficies humanas y no humanas, campos de disputa y como bien lo apuntó el jurade joven en su reflexión final anoche “el territorio se intersecta con la identidad”. Quedaron abiertas preguntas como: Quién merece la tierra, ¿el que llegó primero?, ¿el que hará lo mejor con ella?, ¿y qué es lo mejor y para quiénes?, ¿somos de donde nacemos?, ¿cuál es nuestro territorio?, ¿somos de algún lado? Habitar un territorio es un derecho y poder migrar se ha convertido en una necesidad.

En esa búsqueda de la ampliación de miradas sobre la territorialidad incluyeron: el ambiente, las luchas territoriales, los pueblos y las culturas, las corporalidades, género y la diversidad sexual. Fue una semana de cine y de derechos humanos y cómo bien se dijo “aún estamos a tiempo de revertir algunas situaciones y para construir un mejor presente mejor para nosotres y un territorio habitable para el mundo.” La importancia de pensar y vivir el territorio como abitad de nuestra cotidianidad y legados ancestrales.

En esta intensa semana de cine, hemos podido repensarnos como sociedad y pensar los territorios y reafirmando que el ser humano no es el centro del mundo y que urge un cambio de paradigma tras más de 500 años de explotación de la tierra, reflexionar a profundidad sobre a esas nuevas formas de colonialidad y de racismo que están emergiendo y que consciente o inconscientemente estamos reproduciendo en las venas abiertas no solo de América Latina, sino del todo el territorio social, político y cultural en este mundo que habitamos, después de todo, la tierra no pertenece a las personas, las personas pertenecen a la tierra.