Se realizó en el Centro Cultural de España en Montevideo el primer encuentro de Derechos, cámara, acción: encuentros para repensar el cine desde una perspectiva de derechos humanos, en el marco del 12° festival de Cine y Derechos Humanos Tenemos Que ver. El mismo estuvo a cargo de la Licenciada en Comunicación por la UDELAR y realizadora audiovisual Victoria “Pitoka” Pena, que abordó la propuesta La teoría cinematográfica feminista nos abre puertas para pensar el cine de ficción de la última década en Uruguay.
Para dar inicio Victoria contó sobre su urgencia de saber cómo se realiza y cómo se piensa el cine de su propio tiempo en Uruguay. Esto la llevó a realizar un trabajo que consistió en analizar sesenta y cinco películas uruguayas de la década pasada, tarea que le llevó tres años.
Previo a profundizar sobre algunas de las películas seleccionadas, analizó la influencia de la teoría feminista en el cine clásico y cómo contribuyó a generar nuevas formas de contar historias y a desmontar la idea de que el cine solo se podía hacer de una sola manera, la de los hombres.
El recorrido comenzó por la década de 1970, cuando se propuso que la mujer ocupe un lugar distinto en la pantalla, que cuente sus propias historias, desde su propia subjetividad y no que sea solo un objeto accesorio al varón protagonista.
Se resaltaron los aportes teóricos en la década de 1980, que propusieron ampliar el concepto de “mujer” y pensar en las disidencias que no aparecían en pantalla hasta entonces, como también la Teoría Queer que propuso correr el eje narrativo de las historias de personajes gays y que se construyan nuevos relatos que no se basa en solamente en una historia reivindicativa.
Con participación activa del público se analizó también cómo se representa la violencia sobre los cuerpos de las mujeres y el lugar de víctima que ocupan constantemente; la reproducción de lugares comunes y cómo se trasladan estos mensajes a la audiencia, incluso cuando son en clave de denuncia; la doble vara de ciertos prejuicios morales que se utilizan para juzgar películas donde las mujeres son quienes ejercen la violencia y cómo puede incidir la mirada de la industria en la producción de películas.
Ya en el último tramo del encuentro, Victoria analizó escenas de algunas de las películas seleccionadas para su trabajo, como Fiesta Nibiru de Manuel Facal, Miss Tacuarembó de Martín Sastre y Tan frágil como un segundo de Santiago Ventura, y contó algunos de los intercambios que tuvo con les realizadores sobre cómo crearon a sus personajes, el trabajo de investigación que realizaron para construir las historias, qué miradas primaron a la hora de ejecutar las ideas y la pulseada entre contar las historias desde la temática o desde la construcción misma del personaje.
El cierre se dio con un intercambio con los presentes, donde se resaltó la necesidad de seguir incorporando nuevas miradas y subjetividades que cuenten las historias; se pensó sobre las prácticas y elecciones de las audiencias a la hora de elegir qué cine mirar; el cine como escenario de representación para que las mujeres puedan imaginar un futuro propio y la importancia de seguir profundizando el diálogo entre los estudios teóricos y la práctica de hacer películas.
Redacción: Gabriel Fiamberti