Reflexiones sobre Derechos Humanos desde el arte, dentro y fuera del salón de clase

En la octava edición del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos de Uruguay, Tenemos Que Ver, como en años anteriores, se convocó a docentes y estudiantes a nivel nacional para presentarse al concurso de cortometrajes Un minuto, un derecho. Participaron 200 trabajos de distintas ciudades del país en las categorías: primaria, ciclo básico, bachillerato y cine. El jurado, conformado por Raquel Sabrido y Leonard Mattioli, tuvo la ardua tarea de seleccionar apenas 22 cortos que fueron exhibidos el día de ayer en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís. Esta noche, en la ceremonia de clausura, se anunciarán los ganadores de cada categoría.

El jueves 20 de junio, minutos antes de las 14 horas, quien pasara frente a la explanada del Teatro Solís podía llegar a notar que no era una tarde como cualquier otra. Se empezaban a vislumbrar pequeños grupos de estudiantes y docentes sacándose fotos frente al edificio antes de ingresar a la proyección de lo que para muchos debía ser su primer proyecto audiovisual. Poco a poco, se fue llenando la sala y, entre risas y aplausos, quedaba en evidencia la mezcla de ansiedad, nerviosismo y orgullo que los invadía al ver en la pantalla grande el resultado de tanto esfuerzo y trabajo en equipo.

Al finalizar la exhibición, se invitó a los participantes a compartir cómo había surgido la idea de concursar y qué había implicado el proceso. Desde Nueva Palmira, los realizadores de «Soy Candela» contaron que una de las estudiantes había investigado sobre el concurso y entre toda la clase se propusieron representar el derecho a la identidad. «Quisimos mostrar en el video a una persona transexual, cómo a través de la mirada ya se sintió discriminada al entrar al puesto de trabajo, cómo se sintió atacada. Está bueno mostrar eso porque es una realidad que hoy en día vivimos». Tímidamente se empezaron a levantar más manos para hablar de la experiencia de filmar un corto y aplicar lo que están aprendiendo en clase.

Desde la UTU de Paso de la Arena, los realizadores de «No es un juego» explicaron que justo estaban estudiando plano secuencia, entonces decidieron hacer un video y presentarlo en el concurso. «Empezamos a hacer un video sobre bullying, estuvimos estudiando bastante para lograr el producto final y por suerte nos gustó mucho. Nos pareció entretenido. Nos divertimos más haciendo el video que otra cosa». Uno de los docentes, en representación del grupo de la UTU de Barrio Lavalleja que presentó el corto «Al margen», contó que a principio de año les había planteado presentarse en el festival y que ellos habían decidido hablar del tema de las cárceles. «Es sobre la realidad de Uruguay, del encierro en general, y de la injusticia de por qué algunas personas que cometen delitos, sean políticos o militares, están libres y hay personas que injustamente están en prisión. Además de las condiciones de las cárceles». El docente destacó el trabajo de investigación y que incluso tuvieron que pedir permisos para filmar en distintas locaciones. El grupo del liceo n.° 71 de Montevideo presentó el corto «Derecho a la información» y para su realización se inspiraron en el acceso a la información como forma de inclusión. «Las personas no videntes, como yo, no podemos acceder a ciertos contenidos sin adaptación. Si pudiéramos tener el texto en sistema braille o en audio, nosotros sí podríamos acceder».

Algunos de los derechos representados en esta edición fueron: a la igualdad de género, a la privacidad, a la libertad de expresión y a la educación, entre otros. El jurado valoró el nivel de reflexión de los jóvenes realizadores, tanto de los cortos seleccionados como de los que no llegaron a esta instancia. «Si comparo con mi época de estudiante, no llegaba a la mitad de las reflexiones que hemos visto en estos cortometrajes», dijo Raquel Sabrido al felicitarlos. «Eso me hace tener un poco más de esperanza en la humanidad y en estas nuevas generaciones que vienen muy potentes. También hay muy buena calidad técnica». Por último, se hizo la entrega de certificados y se les invitó a hacer ese video que se quedaron con ganas de hacer y de volver a participar el año que viene. «No dejen de crear, de hacer cortometrajes y de reflexionar acerca de estos derechos vulnerados porque es muy importante». Francesca Cassariego, la directora del Festival, se sumó a esta invitación: «Sigan trabajando estos temas desde el arte que entendemos que es un lugar desde donde a los chicos se les hace más divertido y más fácil abordar estas temáticas».

Galería fotográfica

Nota: Ana Acosta. Colaboradora de Comunicación del Festival TQV.